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10/06/2023
lizardo huaman en consulta

Comunidad es fundamentalmente un modo de relación social construido sobre el afecto, la confluencia de fines y valores (como la lealtad, reciprocidad, solidaridad, etc.) en un territorio “imaginario” cuyos linderos se definen a través de las peculiaridades y particularidades de los integrantes de la comunidad a lo largo y ancho de un territorio “real” que puede ser un país o una jurisdicción local (S. Padilla, 2020). La comunidad peruana en el extranjero o la comunidad de migrantes de un departamento en la capital no tienen un territorio delimitado, se hacen patentes cuando confluyen por alguna razón. Por ejemplo, a raíz de apoyar a la selección peruana de fútbol en un país determinado o cuando celebran una fiesta patronal. En ese “territorio” de carácter temporal se pone en acción aspectos valóricos, lealtades o reciprocidades comunes: la arenga, el baile, el intercambio de bienes o de afectos. Ese “territorio” comunitario se diluye luego en otro, más amplio, heterogéneo, muchas veces hostil, este sí de carácter permanente, que es la sociedad que lo cobija (la del país o de la capital donde tienen la condición de migrantes)

Visto de este modo, es plausible la idea de comunidad en salud, la cual se “activa” cuando en un determinado momento se establecen relaciones sociales entre dos actores: los que demandan y usan los servicios de salud que constituyen el sistema de salud, sea para atender alguna dolencia o para alguna acción de cuidado de su salud; y, el personal de salud que oferta y produce los servicios respectivos. A lo largo de los años, estas relaciones se consolidan a través de acuerdos explícitos, establecidos normativamente, e implícitos expresados a través de la puesta en práctica de determinados valores comunitarios peculiares que le da la singularidad y hace patente a la comunidad sanitaria, distinguible de otras, por ejemplo, de la educativa.

Cuando una madre lleva a sus niños sanos a un centro de salud para su vacunación o el control de su desarrollo, o cuando enferman buscando atención médica, se establece una relación entre la familia y el personal de salud responsable de dichas acciones, con el propósito de mantener la salud en la comunidad en un nivel aceptable. Nada de esto funcionaría bien si es que los integrantes de esta comunidad no cumplen con el recíproco buen trato, la lealtad en el intercambio: la honestidad en la información dada por la madre y la calidad técnica disponible en el personal de salud. Es decir, si es que no ponen en práctica los valores cincelados a lo largo de décadas de intercambio, sean estos normados o no.

Entonces, es posible hablar de una comunidad de salud, a la que llamaremos “comunidad sanitaria” y, al igual como sucede con la ciudadanía, en el Perú es aún incipiente y son de distintos tipos: están las que se construyen en las zonas rurales o urbanas, las alto andinas o las de la selva, las hospitalarias o en el primer nivel de atención, las públicas o privadas, las tradicionales u occidentales, las ricas o pobres, etc. Cada una de ellas con sus propias particularidades e impregnadas por las características heterogéneas de las sociedades donde se cobijan, pero que mantienen las características de una comunidad de manera indeleble. En dicho sentido, hay comunidades de salud más inclusivas o más incipientes o más equitativas que otras; que generan más ciudadanía o no.

Si, por un lado, entendemos como ciudadanía al modo de acceder a derechos y de participar en una comunidad con sentido de pertenencia (sentido del deber) y, por otro lado, tenemos la convicción que la salud es un derecho humano cuya condición se genera en una comunidad, entonces es de esperar que ciudadanía y salud se retroalimenten simbióticamente o conjuguen sus propósitos y valores. Por lo tanto, un ciudadano que ejerce sus derechos y lucha por el de los demás (en cumplimiento de su deber de ciudadano universal), en tanto miembro de la comunidad de salud, será un actor crítico para que el ejercicio del derecho a la salud sea cada vez más accesible a todos sin distingos de ninguna clase.

Pero no siempre sucede así. Cuando por alguna razón, algún miembro de esta comunidad se pone por encima de los demás, rompe el principio de lealtad, entorpece el acceso de otros al derecho de salud o trastoca el sentido de pertenencia comunitaria, deja de ser ciudadano y, más bien, entorpece el camino para la generación de ciudadanía, por ende, la construcción de una sociedad mejor. Hay varias ejemplo de esto a lo largo de nuestra historia sanitaria, los que desarrollaremos en las siguientes entregas.

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