
Los Estados actualmente afrontan grandes retos para combatir la Covid-19, tanto los países más desarrollados como los que están en vías de desarrollo. Los sistemas de salud se encuentran debilitados y con grandes brechas para satisfacer las demandas de los ciudadanos. No obstante, el nuevo coronavirus no solo ha generado debilitamiento sino también evidencia las carencias estructurales de los sistemas sanitarios, especialmente de los países latinoamericanos en los cuales, durante los períodos de estabilidad, no se ha priorizado la inversión en el sector salud y el fortalecimiento institucional del área.
En el Perú, la pandemia ha generado una de las peores crisis sanitarias: colapsos en la atención primaria, escasez de oxígeno y camas UCI; entre otros problemas que el ciudadano de a pie percibe día a día. Entre todos ellos, uno de los más resaltantes en la opinión pública es la dificultad estatal para acceder a los tratamientos y vacunas contra la Covid-19 de manera rápida, eficiente y eficaz; ocasionando dentro de la esfera pública una imagen institucional debilitada sin capacidad para obtener los insumos necesarios para el tratamiento y prevención de la Covid-19. Esto dio a relucir la falta de capacidad estatal para acceder a nuevas tecnologías sanitarias.
En este marco, primero, es importante definir lo que es la ETS, su implicancia e importancia en la toma de decisiones. Según Velasco Garrido, Gerhardus, Rottingen y Busse (2010) y el Instituto de Medicina de los Estados Unidos definen como tecnología sanitaria a los “medicamentos, dispositivos y procedimientos médicos y quirúrgicos usados en la atención médica, así como a los sistemas de organización, administración y soporte dentro de los cuales se proporciona dicha atención”. Ello incluye prácticas y procedimientos clínicos; instrumental médico; productos farmacéuticos y sistemas de organización. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) define la Evaluación de Tecnologías Sanitarias (ETS) como “el proceso sistemático de valorización de las propiedades, los efectos y/o los impactos de la tecnología sanitaria”. Según Hailey (2010) y la OPS (2021), ello con el propósito principal de tomar decisiones informadas a nivel nacional, regional y/o local en el ámbito de la salud tomando en consideración dimensiones médicas, sociales, éticas y económicas. Hailey plantea que estas decisiones pueden estar relacionadas con la adquisición, financiación o el uso apropiado de las tecnologías de la salud, e incluso en la no inversión en tecnologías obsoletas o ineficaces.
En ese sentido, según la OPS, la importancia de estas evaluaciones es su enfoque a nivel de beneficios y eficacia, seguridad clínica y técnica, y relación costo-efectividad. Asimismo, la organización sostiene que “el proceso de toma de decisiones informadas conlleva analizar las características de cobertura, reembolso, costos, protocolos clínicos y lineamientos, así como también, regulación de dispositivos médicos” (OPS, 2021). Asimismo, Granados-Navarrete (1995) señala que “al estar enmarcado dentro del análisis estructurado y sistemático, basado en la evidencia científica, la ETS proporcionará la información concerniente a eficacia, efectividad, eficiencia, idoneidad y seguridad de la adopción, difusión y utilización de tecnologías sanitarias nuevas, en un contexto clínico específico y, además, en contextos sanitarios concretos”. Ello, en un contexto donde garantizar la cobertura sanitaria que demanda la población y la mejora de la calidad de atención del sistema de salud es un problema público vigente en muchos países. Por ello, los gobiernos destinan un porcentaje importante de su presupuesto para solucionar las brechas en salud.
En esa línea, Castro y Huamaní (2016)1señalan que la importancia de la ETS radica principalmente en que proporciona información relevante sobre los avances científicos en salud (en base a evidencia científica) para la toma de decisiones y para garantizar la eficiencia en los gastos públicos en salud. De modo que, la ETS es un instrumento que ayuda a las autoridades sanitarias a tomar decisiones acertadas referidas a la adopción de avances tecnológicos en el sector. De esta manera, la ETS contribuye, en primer lugar, a determinar la pertinencia del uso de los avances científicos en los establecimientos de salud, en base a sus características, beneficios y perjuicios. En segundo lugar, contribuye en la toma de decisiones informada en materia de salud, a organizaciones públicas y privadas, pudiendo orientar mejor las atenciones y servicios ofrecidos. Por último, beneficia principalmente a los pacientes, quienes tendrán más y mejores alternativas para la prevención y tratamiento de sus enfermedades.
Por ello, la innovación en tecnologías sanitarias innovadoras es un proceso que recibe mucha atención por parte, principalmente, de los actores afectados directamente en este proceso de mejora de la salud. En primer lugar, se encuentran los pacientes, quienes, siendo personas con problemas de salud, esperan la posibilidad de mejorar su condición. En segundo lugar, se encuentran las personas que gozan de buena salud pero esperan poder ayudar a los pacientes sin poner en riesgo su propio bienestar.
De otro lado, se encuentran los profesionales de la salud, quienes esperan mejorar la condición de sus pacientes, así como aumentar su propio prestigio y verse beneficiados por los ingresos que siguen a la adopción de estas tecnologías sanitarias innovadoras. Al ser actores afectados directamente tienden a influir fuertemente en la toma de decisiones para la asignación de recursos escasos a tecnologías sanitarias para dar una mejor salud a un precio razonable.