
Yuri Cutipé, director ejecutivo de Salud Mental en el Ministerio de Salud, habló en el programa “Asunto Público” sobre el preocupante panorama de la salud pública en la atención a la salud mental en el país, así como el denodado esfuerzo que viene realizando el sector a fin de cerrar brechas en este campo.
La pandemia de la Covid-19 ocasionó que el sistema de salud, en el Perú, quede mucho más expuesto y frágil. La saturación del sistema por los casos de coronavirus hizo que se desatendieran los tratamientos a otras enfermedades, tal ha sido el caso de los pacientes oncológicos, pediátricos, geriátricos, esquema de vacunación, entre otros. Otro campo que se ha visto altamente afectado, sobre todo, durante y post pandemia, fue el de la salud mental, el mismo que ha llegado a cifras alarmantes por la falta y el difícil acceso a la atención en muchas provincias.
En ese sentido, Yuri Cutipé, director ejecutivo de Salud Mental en el Ministerio de Salud, comentó en el programa “Asunto Público”, conducido por Hans Landolt, sobre esta problemática que día a día se viene agravando por las consecuencias de la pandemia y la fragilidad del sistema de salud pública.
“Los estudios han dado cuenta que aproximadamente en Perú, el malestar psíquico en cada ola de la pandemia ha ido entre el 70%, pero en cuanto al daño en la salud mental aparentemente esto se ha duplicado. Hay un estudio del Instituto nacional de salud mental, que da cuenta que en comparación al año 2012 en que se hizo el estudio previo a la pandemia, el único estudio previo a la pandemia, en el cual para población de Lima y Callao se consideraba que cerca del 10% de esta población al año tenía un trastorno mental. Para el 2020 en que se hizo la encuesta telefónica se llegó alrededor del 20%. Es como que se ha duplicado la proporción de la población que finalmente tiene un daño en su salud mental”, señaló el especialista el especialista.
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Desde los primeros meses de la pandemia se fueron reportando altos índices de depresión, ansiedad y reacciones de negación en la población. Sin embargo, Cutipé señala que estás condiciones tienen un efecto negativo a largo plazo para la salud mental. Algo que en la actualidad ya se con mayor frecuencia.
“El malestar psíquico bordeaba en aproximadamente siete de cada diez peruanos. Esto ha ido modificándose con cada ola, con una mayor percepción de normalización. Este incremento de la intensidad del malestar psíquico ha ido haciendo que en las personas que tenían una predisposición para tener un trastorno mental, lo sufra, y aquellas que ya lo tenían, sus cuadros se agraven”, mencionó.
Las cifras son mucho más alarmantes cuando la información se desagrega en grupos etarios, nivel socioeconómico, género o condición laboral.
“Sabemos que la pobreza es un factor negativo y en especial la pobreza en un contexto de gran inequidad. Ya la pobreza por sí misma hace que la persona viva en una situación de estrés permanente y este se convierte en un estrés tóxico que tiene repercusiones neurológicas, repercusiones demostradas, inflamatorias (…) Los estudios que se han hecho, uno que hicimos acá en el Minsa con OPS, el mes de abril, a dos o tres meses de iniciada la pandemia, dio cuenta que el malestar psíquico era mucho mayor en la población joven, en población de menor nivel socioeconómico, en mujeres, en personas que no tenían trabajo o con trabajo inestable. Esas han sido las características de mayor relevancia respecto al malestar psíquico”, agregó.
La importancia del plan
En el 2018, dos años antes del inicio de la pandemia, se implementó en el Perú el Plan Nacional de Fortalecimiento de Salud Mental Comunitaria 2018 – 2021. Este documento que contemplaba el enfoque de fortalecer el primer y segundo nivel atención, la intervención comunitaria y en la generación de conocimientos respecto a la salud mental.
Cutipé reconoce que este plan, que se encuentra en actualización, ayudó, en cierta parte, al sector público a tener una primera respuesta ante el disparo de casos de afectaciones en la salud mental por la pandemia.
“El plan actualmente está en evaluación para poder formular una nueva versión del plan hasta el 2026. Pensamos que, si ese plan no existía, nos hubiera agarrados totalmente desguarnecidos en el Perú para lo que corresponde a la respuesta en salud mental. Francamente desde el ministerio de salud, desde el nivel central, no nos imaginamos como hubiera sido poder responder a las situaciones críticas que día a día se nos presentaban en la pandemia, especialmente en el primer año, sin tener los servicios en los territorios a nivel nacional, especialmente los centros de salud mental comunitarios. Esto creo que fue una coincidencia muy importante para el Perú porque este desarrollo no ha habido en otros países como Ecuador, Colombia y Bolivia”, indicó.
Finalmente, el especialista señala que el sector requiere de una mayor cantidad de profesionales especializados, así como la implementación de un nuevo modelo de atención.
“Ese es un reto enorme, más aún si se trata de cambiar de modelo de atención. El modelo en salud mental está basado en un modelo de atención basado en hospitales psiquiátricos que responde a otra manera de entender, inclusive, el sufrimiento mental. Y respecto a servicios que más bien tienen una perspectiva comunitaria y que están centrados en las necesidades de las personas. Entonces, eso demanda que no solamente los profesionales de la psicología o la psiquiatría, sino también los profesionales del equipo multidisciplinario de salud mental, como son enfermeras, trabajadores sociales, en fin, de todas las profesiones que intervienen en estos equipos, tengan realmente una formación suficiente para poder hacer estos abordajes, enfrentar estos problemas”, concluyó